gen. 10 2009
Libros de texto: la salvación de los maestros.
Estamos en un momento de la educación donde los libros de texto son la salvación y el recurso al que se amparan la mayoría de los maestros. Unos maestros que bien por su incapacidad por llevar a cabo su trabajo o por su comodidad se dedican a seguir las instrucciones de unos libros de texto que lo llevan todo ya detallado desde el primer día de curso.
Los libros de texto ya no son una simple fuente de información o de consulta, sino que son como unas guías que deben seguir los alumnos. Ellos ponen las reglas, los conocimientos que se han de aprender, como se los han de aprender, y algo peor, como deben ser evaluados. Con todo esto es difícil que un maestro no caiga en la tentación de hacer uso de ellos de la forma más cómoda. Es comprensible, ya que tienen ya hechas las unidades didácticas y lo único que deben hacer ellos es exponer prácticamente lo que dicen los libros y explicar dudas. O ni siquiera eso, porque con esta forma de educar se puede dar el caso que un maestro que no entienda del tema pueda dar una asignatura simplemente siguiendo los pasos del libro del profesor.
Cuando se desarrolla un programa de curso, lo difícil es saber que dar y cuando darlo. Si todo esto lo tuvieran que realizar los profesores pasarían mucho tiempo pensando cual sería la mejor forma y manera de distribuir los conocimientos en unas clases donde su principal enemigo es el tiempo y el número de alumnos. Deben elegir con que quedarse, y que mejor para ellos que obtener un libro de texto igual para todos sus alumnos donde ya venga todo estudiado y detallado. Nuestro trabajo como docentes, es principalmente dar las clases, y aunque parezca una tontería, los libros de texto últimamente parece que le hayan quitado las competencias al maestro.
Los libros de texto son un recurso, pero en la actualidad, los libros de texto son los que marcan los pasos a seguir y el maestro es el que se convierte en el recurso mediante el cual manejarlos. Esta claro que son muy cómodos y que le ahorran mucho trabajo y sacrificio a los docentes, pero no son menos los inconvenientes que conlleva esto. El hecho de utilizar de esta forma los libros de texto acaba por crearnos unos esquemas estandarizados, donde todo se rige por las mismas normas y donde cuando cambiamos algo nos vemos perdidos porque ya no continuamos con la misma rutina. También provoca que los alumnos tengan unos esquemas de pensamiento determinados, tanto para aprender como para responder a cada situación.
Esta forma conductivita de aprendizaje no es la más adecuada, y es ahí donde el maestro debe actuar. Debe fomentar un pensamiento constructivo y adaptado a las necesidades de cada lugar y alumno. Un aprendizaje que fomente la participación y el debate en clase y no se limite a seguir lo que dicen los libros. Los docentes deben saber cual es su papel en la escuela y cual es el papel de los libros de texto.
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